Poder En La Oración
Por
E.M. Bounds
El Corazón Del Hombre
La Oración, junto a sus múltiples lados y diversas fortalezas
ayuda a que la boca pronuncia la verdad en su plenitud y libertad. Hay que orar
por el predicador porque el predicador se hace por la oración. Hay que ora por la boca del predicador porque su boca se abre y se llena es por la
oración. Una boca santa se hace a través de la oración, por mucha oración.
Orar, por la mucha oración se forjan las bocas valientes. La iglesia y el mundo, Dios y el cielo, le
deben mucho a la boca de Pablo. El poder que había en la boca de pablo se debe
a la oración.
Cuan diverso, ilimitado, valuable y
útil es la oración al predicador en muchas maneras, en muchos puntos en
cualquier forma! Uno de sus grandes valores es que ayuda a su corazón.
La oración hace del predicador un
predicador de corazón. La oración pone
todo el corazón del predicador en el sermón que tiene el predicador. La oración
pone el sermón del predicador en el corazón del predicador.
El corazón hace al predicador.
Hombres de grandes corazones son grandes predicadores. Hombres con malos corazones
pueden hacerlo bien en cierta medida pero es algo raro. El extraño
y el mercenario pueden ayudar a las ovejas en algún punto pero es el
buen pastor quien con corazón de buen pastor bendecirá las ovejas, y llenar la medida completa del lugar del
pastor.
Hemos enfatizado la preparación de un
sermón hasta el punto en que le hemos restado importancia a preparar el
corazón. Un corazón preparado es mejor que un sermón bien preparado. Un corazón
preparado hará de un sermón un sermón
bien preparado.
Se han escrito volúmenes sobre cómo
realizar un buen sermón en cuanto a estrategias técnicas. Estamos inundados de la idea de que esa parte
del andamio es el edificio mismo. El predicador joven ha sido enseñado a
exprimir al máximo toda su habilidad en la forma, la sazón y la belleza de su
sermón como si fuera un mero producto intelectual. Hemos por lo tanto cultivado
un vicio que clama por talento en lugar de gracia. Hemos exaltado la elocuencia
en lugar de la piedad, la retórica en lugar a la revelación, reputación y
brillo en lugar de santidad. De este
modo hemos perdido la verdadera verdad de lo que es la predicación. Hemos perdido el poder de la predicación, y
la punzante convicción del pecado. Hemos además perdido la rica experiencia, el
elevado valor del carácter cristiano, y
la autoridad divina que sobrepasa las conciencias y las vidas lo cual siempre da los resultados
de una predicación genuina.
Eso no querría decir que los
predicadores estudian mucho pues algunos de ellos ni siquiera lo hacen; otros
no estudian lo suficiente y muchos no estudian de la manera apropiada de modo
que puedan presentarse como hombres aprobados por Dios. Pero nuestra verdadera
falta no está en nuestra cultura mental sino más bien en la cultura de nuestro
corazón. No falta de conocimiento sino
falta de santidad y nuestros defectos que hablan por sí mismos – no es que no
sepamos mucho sino que no meditamos mucho en Dios y su Palabra, ni velamos ni
ayunamos ni oramos lo suficiente. El corazón es el gran hidrante de nuestra
predicación.
¿Acaso puede la ambición de alabanza
y posición predicar el evangelio de Aquel que se humillo a si mismo hasta tomar
la forma de siervo? ¿Puede el orgulloso, el vano, el egoísta predicar el
evangelio de Aquel que era manso y humilde? ¿Puede el hombre de mal
temperamento, apasionado, egoísta, insensible y mandando predicar la doctrina
que se basa en la longanimidad, auto negación, ternura y que imperativamente
demanda separación de toda enemistad
además de estar crucificado para el mundo? ¿Puede el oficial mercenario,
hombre sin corazón, superficial predicar el evangelio que demanda del Pastor
dar la vida por sus ovejas? ¿Puede el hombre ambicioso que está pendiente del
salario y el dinero, predicar el evangelio hasta ser limpiado en su corazón y
en el espíritu de Cristo y Pablo poder decir en las palabras de Wesley: ´todo
lo tengo por estiércol y escoria; lo pisoteo todo bajo mis pies; (aunque no por
mí mismo, sino por la gracia de Dios en mi) todo lo estimo como si fuera lodo
del suelo, no lo deseo, no lo busco?
La revelación de Dios no necesita de
la luz de ningún genio, lo bonito y
fuerte de la cultura humana ni la fuerza del cerebro humano la adornan o la reforzar.
Pero, esta demanda la simplicidad, docilidad, humildad del corazón de un hijo.
Era el rendir y someter el intelecto y la
genialidad a la fuerza divina y
espiritual la cual hizo del apóstol Pablo alguien sin igual. Es exactamente lo
mismo que fortaleció a Wesley.
Nuestra gran necesidad es la de
preparar el corazón. Lutero lo sostuvo como un axioma. “aquel que oró ben ha
podido estudiar bien”. No estamos
diciendo que los hombres no están supuestos a pensar ni utilizar sus intelectos
sino que aquel que cultiva su corazón es
aquel que puede su usar de la mejor manera su intelecto. No estamos diciendo
que los predicadores no deberían ser estudiantes pero si estamos diciendo que
su mayor estudio debe ser la Biblia; y que aquel que ha guardado su corazón con
diligencia es el que mejor puede estudiar la Biblia. No estamos diciendo que
los predicadores no deberían conocer al hombre sino más bien que aquel que ha
ahondado en la profundidad y complejidades de su propio corazón estará mucho más
adaptado en la mina de la naturaleza humana.
Estamos diciendo que mientras el
canal de la predicación es la mente su fuente es el corazón. Tú podrás ser
amplio y abierto en tu canal pero si no
miras bien a la fuente entonces tendrás una fuente seca y contaminada. Casi
todo hombre de inteligencia promedio tiene sentido suficiente para predicar el
evangelio pero muy pocos tienen gracia para hacerlo así. Aquel que ha luchado y
conquistado su propio corazón ñ cuya lucha le ha enseñado humildad, fe, amor,
verdad, misericordia, simpatía y coraje; quien puede derramar las riquezas del
corazón humano entrenado y recargado del
evangelio para que obre en las conciencias de los oyentes – tal persona será el más confiable y verdadero
predicador en la estima del Señor.
El corazón es el salvador del
mundo. Las cabezas no salvan. Genios,
cerebros, brillantez, fortaleza y dones naturales no salvan. El evangelio fluye
atravesó de corazones. Todas las fuerzas más poderosas son fuerzas que vienen
de corazón. Todas las cosas más
dulces y las gracias de amor vienen de
un corazón lleno de gracia. Un gran corazón forja un gran carácter. Dios es amor. No hay nada más grande que el
amor – no hay nada más grande que Dios.
El cielo está hecho de corazones; el cielo es amor. No existe nada más
alto ni nada más dulce como el cielo. Es el corazón y no la cabeza del cual
Dios hace grandiosos predicadores. El corazón cuenta para mucho más en
cualquier forma que el cristianismo sea. El corazón debe hablar desde el
pulpito. El corazón debe escuchar desde la silla de la iglesia. De hecho,
nosotros servimos a Dios desde el corazón. Lo que depende de la mente no
conduce al cielo.
Creemos que uno de los problemas más
serios y comunes en el pulpito moderno es la inclusión de más pensamiento en lugar
de más oración más mente en lugar de más corazón dentro de los sermones.
Grandes corazones hacen grandes predicadores.
Una escuela teológica que pueda ensanchar y cultivar el corazón es el
deseo del evangelio. El pastor ata su gente a él y los guía hasta su corazón. Ellos pueden admirar sus dones, ellos podrán
estar orgullosos de sus habilidades, pueden sentirse tocados por sus
El buen pastor da su vida por las
ovejas. Las mentes nunca producen mártires. Es el corazón el que rinde la vida
al amor y a la fidelidad. Se necesita mucho coraje para ser un pastor
fiel, pero solamente el corazón puede
proveer de este coraje. Los dones y la
genialidad pueden ser fortalezas pero estos son los dones y genialidad del
corazón no de la mente.
Es más fácil llenar la cabeza que
preparar el corazón. Es más fácil preparar un sermón del cerebro que del
corazón. Fue el corazón de Dios el que trajo al Hijo desde el cielo. Es el
corazón el cual guía al hombre hacia el cielo. El mundo necesita hombres de
corazón que simpaticen con sus ayer, que bese sus tristezas, que sienta
compasión por su miseria y que alivie su pena. Cristo era eminentemente varón
de dolores, porque Él permanentemente era un hombre de corazón.
“Dame tu corazón” es la petición de Dios al hombre. “dame
tu corazón”! es la demanda del hombre para el hombre.
Un profesional en el ministerio es un
ministerio insensible. Cuando el salario juega un papel importante en el
ministerio el corazón juega un pequeño papel. Podemos hacer de nuestra
predicación un negocio y no poner
nuestro corazón en el negocio. Aquel que se pone a si mismo al frente de su
predicación pone su corazón en la parte trasera. Aquel que no siembra con el
corazón durante sus estudios no segara nunca para Dios. El closet es el estudio
de corazón allí es donde aprenderemos más sobre como predicar que en las
librerías. “Jesús lloró” es el versículo
más largo y grande de la biblia. Es el
que sigue adelante “llorando” (no
predicando grandiosos sermones), llevando la preciosa semilla, quien volverá de
nuevo regocijándose trayendo consigo sus gavillas. (Salmo 126.6).
Orar da sentido, trae sabiduría y
ensancha y fortalece la mente. El, loseta
de la oración es un perfecto maestro y escuela para el predicador. El pensar no solamente se hace brillante y
clara con la oración sino que además el pensamiento nace allí en la oración.
Podemos aprender mucho más con una hora de oración, cuando se está orando de
verdad mucho más que por muchas horas de rigoroso estudio. Hay numerosos libros en los closets que se pueden leerse en ninguna
otra parte. Las revelaciones son dadas en el closet las cuales no son dadas de
ningún otro modo.
Edward M. Bounds, Power Through Prayers. (Radford., VA: Wilder
Publications, 2008) Pg. 66.72.
Traducido no oficialmente Por Anderson E. O’campo.