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jueves, 9 de julio de 2015

Poder En La Oración Por E.M. Bounds

Poder En La Oración
Por
E.M. Bounds






El Corazón Del Hombre

La Oración, junto  a sus múltiples lados y diversas fortalezas ayuda a que la boca pronuncia la verdad en su plenitud y libertad. Hay que orar por el predicador porque el predicador se hace por la oración.  Hay que ora por la boca del predicador  porque su boca se abre y se llena es por la oración. Una boca santa se hace a través de la oración, por mucha oración. Orar, por la mucha oración se forjan las bocas valientes.  La iglesia y el mundo, Dios y el cielo, le deben mucho a la boca de Pablo. El poder que había en la boca de pablo se debe a la oración.
Cuan diverso, ilimitado, valuable y útil es la oración al predicador en muchas maneras, en muchos puntos en cualquier forma! Uno de sus grandes valores es que ayuda a su corazón.
La oración hace del predicador un predicador de corazón.  La oración pone todo el corazón del predicador en el sermón que tiene el predicador. La oración pone el sermón del predicador en el corazón del predicador.
El corazón hace al predicador. Hombres de grandes corazones son grandes predicadores. Hombres con malos corazones pueden hacerlo bien en cierta medida pero es algo raro.  El extraño  y el mercenario pueden ayudar a las ovejas en algún punto pero es el buen pastor quien con corazón de buen pastor bendecirá las ovejas,  y llenar la medida completa del lugar del pastor.
Hemos enfatizado la preparación de un sermón hasta el punto en que le hemos restado importancia a preparar el corazón. Un corazón preparado es mejor que un sermón bien preparado. Un corazón preparado hará de un sermón un sermón  bien preparado.
Se han escrito volúmenes sobre cómo realizar un buen sermón en cuanto a estrategias técnicas.  Estamos inundados de la idea de que esa parte del andamio es el edificio mismo. El predicador joven ha sido enseñado a exprimir al máximo toda su habilidad en la forma, la sazón y la belleza de su sermón como si fuera un mero producto intelectual. Hemos por lo tanto cultivado un vicio que clama por talento en lugar de gracia. Hemos exaltado la elocuencia en lugar de la piedad, la retórica en lugar a la revelación, reputación y brillo en lugar de santidad.  De este modo hemos perdido la verdadera verdad de lo que es la predicación.  Hemos perdido el poder de la predicación, y la punzante convicción del pecado. Hemos además perdido la rica experiencia, el elevado valor del carácter cristiano,  y la autoridad divina que sobrepasa las conciencias  y las vidas lo cual siempre da los resultados de una predicación genuina.

Eso no querría decir que los predicadores estudian mucho pues algunos de ellos ni siquiera lo hacen; otros no estudian lo suficiente y muchos no estudian de la manera apropiada de modo que puedan presentarse como hombres aprobados por Dios. Pero nuestra verdadera falta no está en nuestra cultura mental sino más bien en la cultura de nuestro corazón.  No falta de conocimiento sino falta de santidad y nuestros defectos que hablan por sí mismos – no es que no sepamos mucho sino que no meditamos mucho en Dios y su Palabra, ni velamos ni ayunamos ni oramos lo suficiente. El corazón es el gran hidrante de nuestra predicación.

¿Acaso puede la ambición de alabanza y posición predicar el evangelio de Aquel que se humillo a si mismo hasta tomar la forma de siervo? ¿Puede el orgulloso, el vano, el egoísta predicar el evangelio de Aquel que era manso y humilde? ¿Puede el hombre de mal temperamento, apasionado, egoísta, insensible y mandando predicar la doctrina que se basa en la longanimidad, auto negación, ternura y que imperativamente demanda separación de toda enemistad  además de estar crucificado para el mundo? ¿Puede el oficial mercenario, hombre sin corazón, superficial predicar el evangelio que demanda del Pastor dar la vida por sus ovejas? ¿Puede el hombre ambicioso que está pendiente del salario y el dinero, predicar el evangelio hasta ser limpiado en su corazón y en el espíritu de Cristo y Pablo poder decir en las palabras de Wesley: ´todo lo tengo por estiércol y escoria; lo pisoteo todo bajo mis pies; (aunque no por mí mismo, sino por la gracia de Dios en mi) todo lo estimo como si fuera lodo del suelo, no lo deseo, no lo busco?
La revelación de Dios no necesita de la luz de ningún genio,  lo bonito y fuerte de la cultura humana ni la fuerza del cerebro humano la adornan o la reforzar. Pero, esta demanda la simplicidad, docilidad, humildad del corazón de un hijo.
 Era el rendir y someter el intelecto y la genialidad  a la fuerza divina y espiritual la cual hizo del apóstol Pablo alguien sin igual. Es exactamente lo mismo que fortaleció a Wesley.
Nuestra gran necesidad es la de preparar el corazón. Lutero lo sostuvo como un axioma. “aquel que oró ben ha podido estudiar bien”.  No estamos diciendo que los hombres no están supuestos a pensar ni utilizar sus intelectos sino que aquel que cultiva su corazón es aquel que puede su usar de la mejor manera su intelecto. No estamos diciendo que los predicadores no deberían ser estudiantes pero si estamos diciendo que su mayor estudio debe ser la Biblia; y que aquel que ha guardado su corazón con diligencia es el que mejor puede estudiar la Biblia. No estamos diciendo que los predicadores no deberían conocer al hombre sino más bien que aquel que ha ahondado en la profundidad y complejidades de su propio corazón estará mucho más adaptado en la mina de la naturaleza humana.
Estamos diciendo que mientras el canal de la predicación es la mente su fuente es el corazón. Tú podrás ser amplio y abierto  en tu canal pero si no miras bien a la fuente entonces tendrás una fuente seca y contaminada. Casi todo hombre de inteligencia promedio tiene sentido suficiente para predicar el evangelio pero muy pocos tienen gracia para hacerlo así. Aquel que ha luchado y conquistado su propio corazón ñ cuya lucha le ha enseñado humildad, fe, amor, verdad, misericordia, simpatía y coraje; quien puede derramar las riquezas del corazón humano  entrenado y recargado del evangelio para que obre en las conciencias de los oyentes – tal  persona será el más confiable y verdadero predicador en la estima del Señor.
El corazón es el salvador del mundo.  Las cabezas no salvan. Genios, cerebros, brillantez, fortaleza y dones naturales no salvan. El evangelio fluye atravesó de corazones. Todas las fuerzas más poderosas son fuerzas que vienen de corazón.  Todas las cosas más dulces  y las gracias de amor vienen de un corazón lleno de gracia. Un gran corazón forja un gran carácter.  Dios es amor. No hay nada más grande que el amor – no hay nada más grande que Dios.  El cielo está hecho de corazones; el cielo es amor. No existe nada más alto ni nada más dulce como el cielo. Es el corazón y no la cabeza del cual Dios hace grandiosos predicadores. El corazón cuenta para mucho más en cualquier forma que el cristianismo sea. El corazón debe hablar desde el pulpito. El corazón debe escuchar desde la silla de la iglesia. De hecho, nosotros servimos a Dios desde el corazón. Lo que depende de la mente no conduce al cielo.
Creemos que uno de los problemas más serios y comunes en el pulpito moderno es la inclusión de más pensamiento en lugar de más oración más mente en lugar de más corazón dentro de los sermones. Grandes corazones hacen grandes predicadores.  Una escuela teológica que pueda ensanchar y cultivar el corazón es el deseo del evangelio. El pastor ata su gente a él y los guía hasta su corazón.  Ellos pueden admirar sus dones, ellos podrán estar orgullosos de sus habilidades, pueden sentirse tocados por sus
El buen pastor da su vida por las ovejas. Las mentes nunca producen mártires. Es el corazón el que rinde la vida al amor y a la fidelidad. Se necesita mucho coraje para ser un pastor fiel,  pero solamente el corazón puede proveer de este coraje.  Los dones y la genialidad pueden ser fortalezas pero estos son los dones y genialidad del corazón no de la mente.
Es más fácil llenar la cabeza que preparar el corazón. Es más fácil preparar un sermón del cerebro que del corazón. Fue el corazón de Dios el que trajo al Hijo desde el cielo. Es el corazón el cual guía al hombre hacia el cielo. El mundo necesita hombres de corazón que simpaticen con sus ayer, que bese sus tristezas, que sienta compasión por su miseria y que alivie su pena. Cristo era eminentemente varón de dolores, porque Él permanentemente era un hombre de corazón.
“Dame tu  corazón” es la petición de Dios al hombre. “dame tu corazón”! es la demanda del hombre para el hombre.
Un profesional en el ministerio es un ministerio insensible. Cuando el salario juega un papel importante en el ministerio el corazón juega un pequeño papel. Podemos hacer de nuestra predicación un negocio  y no poner nuestro corazón en el negocio. Aquel que se pone a si mismo al frente de su predicación pone su corazón en la parte trasera. Aquel que no siembra con el corazón durante sus estudios no segara nunca para Dios. El closet es el estudio de corazón allí es donde aprenderemos más sobre como predicar que en las librerías. “Jesús lloró”  es el versículo más largo  y grande de la biblia. Es el que sigue adelante “llorando” (no predicando grandiosos sermones), llevando la preciosa semilla, quien volverá de nuevo regocijándose trayendo consigo sus gavillas. (Salmo 126.6).
Orar da sentido, trae sabiduría y ensancha y fortalece la mente.  El, loseta de la oración es un perfecto maestro y escuela para el predicador.  El pensar no solamente se hace brillante y clara con la oración sino que además el pensamiento nace allí en la oración. Podemos aprender mucho más con una hora de oración, cuando se está orando de verdad mucho más que por muchas horas de rigoroso estudio.  Hay numerosos libros en los closets que se pueden leerse en ninguna otra parte. Las revelaciones son dadas en el closet las cuales no son dadas de ningún otro modo.

Edward M. Bounds, Power Through Prayers. (Radford., VA: Wilder Publications, 2008) Pg. 66.72.
Traducido no oficialmente Por Anderson E. O’campo.






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